Ya superada la barrera semántica de los términos alrededor de la inteligencia competitiva, términos que resultan abstractos para según quien, aunque para un ignorante como yo suponga menos de una semana de búsqueda y lectura, es interesante saber cómo hemos de afrontar nuestros problemas, el sistema que mejor se adapte a nuestros intereses, las fuentes disponibles y sobre todo los objetivos.

Quizás el lector experto pueda pensar que nos hemos saltado pasos, es cierto, sin embargo si la pequeña experiencia que tengo en este dominio me ha enseñado algo, es sin duda la búsqueda de objetivos concretos a corto y largo plazo. El objetivo no ha de suponer una barrera sino un acicate para el técnico o analista. Por poner un símil sencillo, supongamos que hemos comenzado a hacer un antiguo puzzle que teníamos desde hace mucho tiempo y que por distintas circunstancias no habíamos podido realizar. Comenzamos nuestra actividad y descubrimos que faltan piezas, ¿qué hacemos? Desde luego, lo más fácil es dejarlo como está y no molestarse. No obstante, miramos la página web del fabricante para informarnos, sin embargo descubrimos que ya no disponen de existencias. No nos damos por vencidos y comenzamos una búsqueda por distintas páginas web de compra-venta, foros, buscadores avanzados y después de mover Roma con Santiago conseguimos terminar el puzzle. La satisfacción es doble debido al esfuerzo empleado para lograr acabarlo.

Como hemos visto en el ejemplo, hemos logrado resolver un problema realizando un esfuerzo grande. Si alguna vez nos sucede algo parecido, sabremos actuar de una manera más consecuente para que el esfuerzo sea menor. Es en este momento en el que el sistema se hace indispensable. Ya sea de una manera banal, como la expuesta en el ejemplo, o de una forma más compleja, cualquier iniciado en la inteligencia competitiva ha de marcarse unas pautas, que modificará de forma retroactiva para mejorar progresivamente.

Un sistema, aunque suene impersonal, ha de contar con las herramientas adecuadas, tanto si se trata de un individuo como de un grupo de personas, el factor humano va a jugar una parte a veces tan importante como la meramente tecnológica, de la que hablaremos próximamente. El grupo, desde mi punto de vista, ha de ser multidisciplinar, tanto interna como intrínsecamente. Me explico un poco mejor, el hecho de que una persona tenga un perfil determinado no ha de implicar que desconozca lo que su compañero realiza,  por muy distintos que sean, y alrevés. No obstante está claro que el miembro del grupo ha de saber explotar sus capacidades por el bien del grupo.

El sistema es parte del grupo y el grupo es parte del sistema. Los objetivos, por otra parte, son el sustento del analista y la meta ansiada. Llegar a ellos de la manera más eficiente es consecuencia del sistema empleado.

Mañana continuaré con las herramientas. Espero no divagar tanto como hoy.

Quizás hoy me salga de la línea general que nos ha caracterizado durante estos últimos meses, sin embargo considero importante hablar un poco de mi experiencia con la inteligencia competitiva. Lo que quiero expresar probablemente no se pueda resumir en un simple post, por eso voy a dedicar esta semana a compartir mis impresiones y experiencias. No pretendo, ni mucho menos, hacer una retrospectiva cronológica porque la lectura se volvería excesivamente tediosoa , sólo quiero compartir mis reflexiones con el lector, si así gusta.

Hace justamente un año comenzaba este proyecto, lo cierto es que antes de comenzarlo mi idea sobre la inteligencia competitiva era muy ambigua y basada en artículos de ciertos diarios que en algunas ocasiones, por no decir la mayoría, se alejaban de la realidad existente.

El proyecto en sí incluía dos términos totalmente desconocidos para mi, Vigilancia tecnológica e Inteligencia Competitiva. Lo primero que hace cualquier persona es informarse por su cuenta de una forma simple y llana, es decir, escribe en un buscador los vocablos y espera encontrar la respuesta a sus dudas. Si procedemos así obtenemos 265.000 resultados para “vigilancia tecnológica” y 648.000 con “inteligencia competitiva”, si buscamos esos mismos términos en diferentes idiomas el resultado se multiplica, en inglés por ejemplo tenemos 121.000  para ”technology forecasting” y 9,620,000 para “competitive intelligence” o el caso francés con  1.070.000 para ”veille technologique” y 22.000 para “intelligence competitive”. Los valores son muy ambiguos como se aprecia a simple vista.

A raíz de esta búsqueda inicial pude comprobar que existía una terminología muy amplia, inteligencia económica, inteligencia estratégica, inteligencia territorial… Toda esta información de golpe puede abrumar a cualquiera. No obstante, tras ubicar los temas, leer multitud de documentos y ordenar ideas, uno se da cuenta de lo que sustancialmente quiere decir todo, en esencia: OPTIMIZAR LOS RECURSOS PARA LOGRAR RESULTADOS BENEFICIOSOS.

Cosa que por lo visto, no se ha realizado en este país en las últimas décadas.

La próxima semana continuaré mi disertación. Pasad un feliz fin de semana.

Investigadores de Insia centro de investigación de I+D+i, perteneciente a la Universidad Politécnica de Madrid  (UPM) indican que el uso del biodiésel reduce las emisiones de efecto invernadero.

Para ello, han realizado un Análisis de Ciclo de Vida aplicado al uso de biodiésel en autobuses urbanos para analizar y cuantificar la energía consumida primaria y fósil, así como las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto, servirá para orientar a las políticas gubernamentales para el uso del transporte.

Noticia de la UPM

Entre los combustibles alternativos, por los que ha surgido un gran interés, se encuentran los biocombustibles. Uno de ellos es el biodiésel. En cuanto a las tecnologías de post-tratamiento de gases de escape, la investigación se ha centrado principalmente en dos: la reducción catalítica selectiva con urea (SCR+Urea) y la recirculación de gases de escape con filtro de partículas (EGR+DPF).

Asimismo se ha realizado un Análisis de Ciclo de Vida sobre dos autobuses pertenecientes a la Empresa Municipal de Transportes de Madrid.  La totalidad de energía fósil consumida por el uso de biodiésel se da en los procesos de cultivo y transesterificación, por lo que en el primero se deberían buscar alternativas para reducir el consumo de fertilizantes que requieren de una importante cantidad de energía fósil en su producción y, en el segundo, se podrían implantar sistemas de cogeneración que utilicen fuentes de energía renovable en las plantas de transesterificación para aumentar su eficiencia energética.