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La vaguedad de lo “Smart”

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Quizás os suceda algo parecido a lo que me está pasando ultimamente, la fatiga de lo “Smart”. Hace un año descubrí el concepto “Smart Grid”, término que abandera la modernización de la red eléctrica. Este concepto se ha extendido para acuñar otros conceptos semejantes como “Smart City” o “Smart Meters”, esta saturación ha provocado que la industria haya  impulsado el concepto “óptimo” en su lugar ya que define de manera más precisa lo que pretendemos.

El término “Smart” no es nuevo, desde los años 80 se ha implantado para definir aquellos sistemas que integran información de diversas fuentes y que, a través del análisis de estos datos, pretenden regir el sistema global de manera más eficiente. No obstante, no se disponía de las herramientas necesarias para poder realizar tal tarea.

Poco a poco el desarrollo tecnológico, científico ha permitido plantear el problema de una manera más tangible. Sin embargo aún disponiendo de todos los eslabones, el impacto que el cliente percibe del servicio es mínimo y los objetivos muchas veces superan la realidad existente por no considerar más factores circundantes. Corremos el peligro de hacer lo mismo que en el pasado, llegar a un resultado poco satisfactorio, vestirlo con otro término y continuar con nuestro camino.

Ahora mismo disponemos de la tecnología necesaria para dar el paso, tener la capacidad no implica tener que hacerlo. Lo que realmente queremos es un sistema “óptimo” que ofrezca un mejor rendimiento, la satisfacción del cliente y el éxito financiero.

La industria eléctrica no ha tenido que hacer frente a estas exigencias anteriormente, al menos en este sentido. Obviamente el paso a dar ha de consensuar muchos aspectos externos a lo técnico, tiene que atraer a los inversores y tener un plan de mantenimiento y de ampliación para satisfacer el crecimiento de la comunidad. Las tarifas hasta ahora han sido reguladas considerando aspectos como combustibles, inversiones, gastos de operación o mantenimiento. Es hora de incluir nuevos aspectos que pueden trastocar mucho.

¿Qué tiene que cambiar? La industria se ha acostumbrado a actuar siempre a lo “grande”. Construir instalaciones a lo grande, hacer dinero y construir de nuevo. La palabra clave era “grande”. Sin embargo, mientras se producían estos gastos se descuidaban los sistemas de distribución y transmisión de los que ahora tanto hablamos, una puerta abierta para desarrollar las redes inteligentes. No hay duda, es el momento.

La red inteligente ha de transformarse en óptima.

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