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‘Energiewende’ o autopistas energéticas en Alemania

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En los próximos diez años ya se empezará a ver en Alemania la inversión en energías renovables porque se busca la inversión en 3.800 kilómetros de autopistas energéticas (gracias a la inversión millonaria en las renovables). Son redes inteligentes, o en inglés Smart Grids.

Vemos que en este país aflora las inversión en Energía Eólica. Pero además se ve que en plena crisis mundial es un país que aprovecha el tiempo ya que su reconversión eólica no es la única que apunta al futuro, también está la energía hidráulica, la biomasa, etc. Ahora con esta crisis se ve que la reconversión energética apunta al futuro, no solo ahora.

Hoy en día el 80% de la energía que se consume no procede de las energías renovables. sino de las fuentes fósiles y nucleares. Por lo tanto las energías renovables sólo generan el 20% de la energía que acaba siendo consumida., en España sólo es el 9,3%.

Energiewende

Energiewende

Qué ocurre en Alemania con el energiewende  (inglés).

¿Quién paga por el Energiewende? (inglés).

Es necesario la reconversión energética, llamada en Alemania el Energiewende, la gran estrategia de futuro de Alemania en la actual crisis.Es una estrategia respaldada por inversiones millonarias. La realización exitosa de este cambio es algo más que una cuestión de imagen: está estrechamente relacionada con la competitividad de la fábrica alemana.

La clave del cambio es la energía eólica.  A día de hoy, hay 29 parques eólicos marinos aprobados (offshore), 26 en el Mar del Norte y tres en el Báltico, con otros cien proyectos esperando aprobación. Hoy genera el 8% de la electricidad, tras haber casi triplicado su peso en diez años. Para 2030 duplicará lo que hoy producen las nueve centrales nucleares aun operativas, la última de las cuales habrá cerrado en 2022.
En los próximos diez años se van a construir 3.800 kilómetros de nuevas redes de muy alta tensión. Otros 5.400 kilómetros de línea ya existente deberán ser “optimizados” con nuevos cables capaces de soportar un mayor tráfico de electricidad.
Las nuevas “autopistas energéticas” supondrán un enorme destrozo del territorio, incluso si algunas de ellas intentarán aprovechar trazados ya existentes o seguir el de líneas de ferrocarril. Tanto las nuevas como las “optimizadas” crearán a su paso grandes campos magnéticos, cuyas inciertas repercusiones en la salud no entusiasman a los vecinos próximos a las instalaciones.
Las protestas ya son una realidad. Las asociaciones ciudadanas exigen cables enterrados, lo que las compañías rechazan por encarecer la operación. Las compañías son conscientes de que esta gran obra ya no puede hacerse ignorando a la opinión pública, como sucedió con la construcción de las centrales nucleares y desencadenó el mayor movimiento de protesta civil de la Alemania de posguerra.

Los molinos de viento son un recurso incomparablemente mejor, más limpio, más seguro y sostenible, pero no exento de problemas. Se han  evidenciado repercusiones que las nuevos parques eólicos marinos tendrán sobre los organismos y los grandes mamíferos marinos, pero antes de que esas preguntas sean respondidas o aclaradas científicamente los parques se autorizarán y se construirán, pues, como ocurrió con lo nuclear a una escala de riesgos completamente diferente, la velocidad del negocio excede a la del conocimiento sobre sus consecuencias e implicaciones.

La renuncia a la energía nuclear, con la última central fuera de servicio en 2022, es irreversible. El accidente de Fukushima y cuarenta años de movimiento ciudadano antinuclear la hicieron políticamente inevitable. El lobby nuclear aun se resiente, como se desprende de las crónicas quejas sobre costes, posibilidades de no cumplir los plazos o de tener que importar energía nuclear del extranjero, que aparecen en los medios de comunicación en cuyas empresas las compañías eléctricas tienen una enorme influencia.

Los poderosos consorcios eléctricos e industriales alemanes hace tiempo que ya están implicados en las renovables y su negocio. Para 2030 se prevé disponer de una potencia eólica instalada de 25.000 megavatios en los parques eólicos del Mar del Norte y el Báltico. Esa potencia duplica lo que hoy producen las nueve centrales nucleares aun operativas que pasarán a mejor vida en 2022.

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