La semana pasada disfruté del primer congreso de gestión de agua, residuos y energía en la Hospedería de Fonseca (Salamanca). Esta semana quiero resumir mi impresión general sobre el mismo, quiero comenzar felicitando a la organización ya que a lo largo de los tres días que duró el congreso no tuvo ninguna pega.
Aunque el congreso versaba sobre agua, residuos y energía, la mayor parte de las ponencias que pude escuchar se centraron en la última, la amplia diversidad de los temas y lo apretado de las conferencias hicieron que tuviera que seleccionar aquellas que más me podían interesar, no obstante no supuso ningún problema.
Al tratarse del tema por el que he estado en el congreso me gustaría empezar por la contabilización de emisiones de gases de efecto invernadero, aunque no ha existido un número amplio de publicaciones quiero compartir mis impresiones al respecto.
Tuve la oportunidad de hablar con dos colegas de las Universidades de Sevilla y Viseu (Portugal). Los primeros llevan tiempo realizando proyectos al respecto desde el departamento de construcciones arquitectónicas y aplicados al mundo de la construcción. Por otro lado en la Universidad de Viseu se contabilizaron las emisiones de CO2 equivalente producidas en la ciudad.
Aunque todos los trabajos incluidos al respecto acotaban bien sus metodologías, son discutibles. Para poder explicarlo de una manera razonable me pondré en situación. Hace cosa de más de dos años tuve la oportunidad de realizar el último curso de mi carrera en Francia, fue allí donde conocí el método Bilan Carbone (Balance de carbono) del ADEME, este método contabiliza las emisiones de carbono equivalente provocadas por los gases de efecto invernadero. Puedes contratar el servicio de la agencia que te proporciona información detallada de cómo realizar los cálculos o puedes crear una base a partir de los documentos que están colgados gratuitamente. Esta guía es muy completa y detalla muchos de los aspectos a tener en cuenta, tanto la amortización de los elementos, las emisiones por fabricación, el uso, materiales etc. Cada uno de los factores que se tienen en cuenta tienen unas unidades características diferentes según sea el caso.
El año pasado en la Oficina Verde de la Universidad de Salamanca formé parte del equipo que elaboró una propuesta metodológica sobre el cálculo de la huella de carbono en edificios universitarios. Para tal caso se tomó el Campus de Ciencias de la misma como ejemplo. Como conocedor del método francés, pensé que ya tenía la solución de partida. Sin embargo cada uno de mis compañeros conocían una metodología distinta (PAS 2050, las recomendaciones del IPCC, ejemplos americanos…) e incluso se planteó la realización de huella ecológica, huella de agua…
Esta variedad en la metodología es buena y mala. Buena porque permite recoger aspectos variados, supliendo las carencias de cada método y por otro lado mala porque hace que los investigadores tengan que decidirse por el grueso de alguna de ellas. Y es más, una vez decidido el método a emplear has de pelearte por conseguir los datos para desarrollar la aplicación y aunque el proyecto OpenData pretende poner fin a este problema, la realidad es bien diferente. No es cuestión de privacidad, si no de coherencia.
Otro de los aspectos que destacamos es la heterogeneidad del análisis, existen demasiados aspectos a analizar que no pueden ser considerados, lo que dispara el error de nuestro análisis. En conclusión, existen excesivos parches que poner que emborronan el esfuerzo del investigador y hacen tedioso su estudio. Un criterio común sería lo más recomendable para poder comparar emisiones de unos campos a otros. Gracias a reuniones como el congreso, te das cuenta que los problemas que has tenido, se repiten en otros lugares y conoces la manera de afrontarlos por parte de cada uno.