2011 se recordará como un año clave en el destino de la energía nuclear. El accidente de Fukushima ha tenido profundas consecuencias en las políticas energéticas de varios países, ni siquiera Francia ha escapado a la controversia. Pero si el debate se centra en una parcial o total de eliminación de la energía nuclear para 2030, no es la fecha lo que puede llamar la atención sino la precipitación de acontecimientos. El cierre de una planta de energía nuclear antes de lo esperado, a pesar de cumplir con todos los requisitos de seguridad, deshacerse de un activo que sigue siendo valioso ¿supondrá una pérdida económica a escala mundial?
Las circunstancias de cada país hacen que la cuestión se planteé de distinta forma y con distinta perspectiva. La desaparición de la energía nuclear ha de venir acompañada por fuentes energéticas estables que permitan soportar la base que proporciona la nuclear. Un gobierno es libre de decidir abandonar la energía nuclear pero no ha de moverse ni por el miedo ni por razones políticas, ha de asentar las bases de un futuro energético estable para su nación.
¿Qué países son más susceptibles?
El caso alemán, ya comentado en anteriores posts, es parecido al español. El gobierno hizo un esfuerzo por abanderar la causa renovable a principios de la década pasada, este bagaje le proporciona mayor estabilidad para realizar una transición suave. Sin embargo, Fukushima incentivó el cierre de 8 de sus 19 plantas nucleares, este escenario aunque peor del previsto no supuso un grave problema financiero debido a su plan precedente. No obstante, esta transición se ha frenado con el anuncio de la prolongación de vida de algunos de sus reactores.
En Francia, cuya dependencia nuclear es total, los escenarios son distintos. Las recientes elecciones han puesto la energía nuclear sobre el tapete y aunque las posturas han sido opuestas, lo cierto es que no se puede pretender llevar a cabo una política de crecimiento cortando el sustento energético. Se tienen que ver en los próximos meses si se pretende llevar a cabo todas las premisas establecidas por Hollande, que aunque para ciertas compañías como EDF supongan un freno evidente a sus pretensiones, para la industria francesa no parece que pueda repercutir. Francia no tiene más que ver el escenario japonés actual para darse cuenta de la evidente falta de recursos alternativos de los que dispone. Japón está planteándose volver a un escenario mixto debido a la imperiosa necesidad económica.
Para disponer de una visión de los escenarios previstos (relacionados con el cambio climático) recomendamos leer el siguiente artículo.
