El desarrollo de las ciudades inteligentes es un hecho cada vez mas extendido por el mundo, como son los casos de Masdar (Arabia Saudi), Amsterdam, Estocolmo, Paredes (Portugal), Barcelona, Málaga, Gijón y otras.
Pero, ¿cómo podemos estar seguros de su éxito? Uno de las ciudades más publicitadas en los últimos años como ejemplo de ciudad inteligente, Boulder (Colorado, Estados Unidos), se ha convertido en un fracaso absoluto. El proyecto fue mal gestionado no ajustándose a los criterios de coste-beneficio planificados. Ayer hablábamos de lo importante que es ser objetivo cuando planteamos un proyecto de tal magnitud, nuestro presupuesto no puede ser cuadriplicado durante su ejecución como pasó en Colorado.
¿Cómo debemos actuar para que esto no ocurra?. Un proyecto puede presentar imprevistos, nadie es perfecto. La labor del jefe de proyectos es evitar que existan en demasía. Por ello hemos de centrarnos en tres vías fundamentales: proveedores, políticos y ciudadanos. Los últimos son el objeto de nuestro proyecto y por ello han de formar parte fundamental de nuestro proyecto, no podemos realizar una obra de tal magnitud sin contar con sus necesidades y requerimientos. La política ha de ir de la mano con la tecnología para poder desarrollar la ciudad del futuro, si existen restricciones e impedimentos legales es difícil llevar a cabo proyectos. Por último, los proveedores han de dejarnos claros los presupuestos para no sobreexceder el coste inicial. No obstante, hemos de realizar un proceso de realimentación para mejorar nuestro proyecto progresivamente.
La adversidad financiera o desastres como el de Fukushima han de motivarnos a intentar hacer nuestro futuro mejor.
